Psiquiatria
Por Claudio Martyniuk de Clarín y Clarin.com
Para Néstor Braunstein, un reconocido psicoanalista argentino que durante las últimas cuatro décadas trabajó en México, el sistema psiquiátrico, a través del influyente manual elaborado por los especialistas norteamericanos, se desentiende del sufrimiento humano. Y etiqueta a las personas. Esa etiqueta es la marca de la introducción del sujeto en la clasificación y cada una de esas etiquetas es un estigma. Una persona se reduce a “bipolar”, “esquizofrénico”o “borderline”.
¿Enfermedad o trastorno mental son sinónimos?
Enfermedad es un término que de la medicina. Para hablar de enfermedad hay que tener una idea de la causa (etiología), de la transformación anatómica y funcional del órgano (patología), de los órganos afectados y de los mecanismos que producen los síntomas. Para toda enfermedad hay pruebas biológicas más o menos certeras que permiten afirmarla o descartarla: exámenes de laboratorio, radiografías, electros, biopsias. En el campo de las llamadas “enfermedades mentales” no hay una sola prueba diagnóstica que correlacione los “síntomas” con las alteraciones que se diagnostican. Si alguna aparece, como en la epilepsia o en la enfermedad de Alzheimer, el problema ya no encuadra en la psiquiatría sino en la neurología. Por eso la Organización Mundial de la Salud habla de “enfermedades” con excepción de lo “mental”, donde se habla de “trastornos” o disorders (que no es lo mismo).
¿Qué es un “desorden mental”?
La psiquiatría se ocupa de trastornos, lo que significa invertir el orden regular de algo. Es distinto del “desorden” que no es la inversión sino el desarreglo, el salirse de las reglas, ¿pero las reglas de quién, quién decide qué es lo regular? El criterio no procede de la medicina sino de la sociología, de lo que se considera normal o anormal como conducta o como estado mental de alguien a quien se diagnostica.
¿No habría enfermedad mental?
Por más que se acostumbre hablar de “enfermedad mental”, esas palabras no pueden juntarse. Por ejemplo, hasta 1977 la homosexualidad lo era pero ese año se resolvió por votación entre los psiquiatras de los EE. UU., por una estrecha mayoría, que dejaba de serlo. Solo por un abuso de lenguaje se traslada la supuesta “anormalidad” a un campo que le es extraño: el de la medicina, pues psiquiatría significa “medicina de la psique o del alma”.
¿Qué es el DSM-5?
El DSM5 es la quinta versión del Manual de Diagnóstico y Estadísticas que elabora un comité de expertos de la Asociación Psiquiátrica de EE. UU. Con gran compromiso con la industria farmacéutica, tiene interés en ampliar la cobertura de “trastornos” y reducir los umbrales para que la “depresión”, la “ansiedad”, la indocilidad de los niños, etc. sean considerados como “trastornos” que requieren “tratamiento”. A mayor número de diagnósticos, mayor número de recetas.
¿Qué influencia tiene el DSM-5?
El DSM-5 extiende el sistema clasificatorio al mundo entero. Se lo tiene como un paradigma científico, se traduce e influye sobre la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS.
¿Qué críticas se le puede hacer?
Lo elaboran expertos ligados a la industria farmacéutica. No se definen criterios objetivos para el diagnóstico y no se tiene la menor idea de patología. Ejerce un poder sobre los presuntos anormales para corregirlos y devolverlos a la “salud” entendida como “normalidad”. Y este Manual sirve para uniformar el pensamiento y la práctica de los miembros del dispositivo “psi” eludiendo lo que se sabe acerca de porqué la gente sufre. Las personas padecen no porque estén enfermas sino porque tienen que vivir en situaciones de violencia real, simbólica e imaginaria que empujan a la formación de síntomas.
¿Qué son síntomas y trastornos?
Síntomas son las mejores respuestas que cada uno ha podido encontrar para enfrentar las dificultades de la vida en la sociedad. El especialista no puede prescindir de la relación del sujeto con el mundo, no debe limitarse a “diagnosticar” según el sistema clasificatorio que le han dado y a “tratar” sin escuchar lo que el paciente tiene para decir sobre el sufrimiento que le afecta.
¿Cómo se clasifica o etiqueta a una persona con padecimientos?
El sistema para “diagnosticar” consiste en entrevistas sumarias y en la aplicación de cuestionarios que el sujeto debe responder marcando como “sí” o “no” y como “mucho-poquito-nada” una serie de diez a quince alteraciones. La psiquiatría se ha burocratizado y el saber médico se abstiene de entender el dolor. El DSM5 se desentiende de la cuestión de las causas del malestar subjetivo y se limita a “contar” los “síntomas” para llegar al diagnóstico del “trastorno”. Se cuentan los tildes y se decide que, “cuando hay x o más” de tantos tildes se padece de tal trastorno y por consiguiente se justifica la receta de una sustancia química. No es relevante cómo el sujeto va a reaccionar, cuáles son los efectos secundarios, cuáles son las posibilidades de generar estados adictivo. Se verá después.
Néstor Braunstein: Médico y doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad Nacional de Córdoba. Es además psiquiatra y psicoanalista. Reside en México, donde se exilió en 1974. Ha publicado numerosos libros, varios de los cuales fueron traducidos al portugués, inglés y francés. Entre ellos, se destacan “Psicología: ideología y ciencia” (1975), “El goce. Un concepto lacaniano” (1990 y 2006) y “Clasificar en psiquiatría” (SXXI, 2013).
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