Con el único consuelo que partió al cosmos a los 98 de edad -desde aquí- y a una semana del retorno a la Casa del Padre del exquisito profesional de la arquitectura, nada menos que el conocido, reconocido, elegante, querido, y prestigioso Mario Roberto Alvarez.
Alvarez era además un artista metódico y un ciudadano y un verdadero orgullo para la Ciudad de Buenos Aires.
Dejó obras legendarias, más allá de su simbolismo, como el por aquel entonces nuevo edificio de la Torre -con helipuerto incluido para urgencias médicas- del Sanatorio Guemes, así como el de la Editorial Perfil, entre múltiples obras arquitectónicas.
Lo sucede su hijo también arquitecto y homónimo.
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