"Burgos, el heredero de los pioneros en trasplantes"

Por Héctor De la Fuente
Especial para medios del NOA


" Existe un antiguo y simpático adagio de la medicina que sostiene, palabras más, palabras menos, que existe un "podio" en la medicina: y en primer lugar, está Dios, luego le siguen los neurocirujanos y por último están los cardiocirujanos´´.

Claro, está, que este orden o jerarquía -que tiene decenas de años- no es aceptado, desde luego, por otros especialistas de la medicina cardiovascular, ya sea los ascendentes cardiólogos intervencionistas u otros expertos de otro orden como ser los biólogos moleculares, los virólogos o los modernos genetistas...

Al contrario, para los especialistas del corazón, este orden se debe invertir, en lo que pareciera ser una edición actualizada de la lucha eterna de ideas entre los geniales filósofos griegos como Platón. Para Platón: el alma tiene asiento en el cerebro, y para su discípulo Aristóteles - siglo 4 antes de Cristo- el punto vital del organismo es el corazón.

Y es por esta tradición y otros bemoles, que al inicio de la era de los trasplantes cardíacos por los años ‘67 y ‘68, no fueron muy bien vistos estos injertos cardíacos hasta por los religiosos de aquella época.

Nos referiremos aquí, al cirujano mendocino Claudio Burgos, a quien tendremos que seguir este año ya que, pese a no haber trasplantado aún al popular y querido "Sandro" (el "Elvis Presley" argentino), empieza a ser un personaje mediático como trasplantólogo en esta compleja cirugía de trasplante cardiopulmonar que es para el periodismo argentino "el trasplante del año".

Para empezar, diremos que el primer trasplante cardiopulmonar fue efectuado en el Sanatorio Güemes en 1990 por un gran equipo médico encabezado por el publicitado René Favaloro. Fue un trasplante en bloque de los dos pulmones y el corazón a un marinero que aspiró un letal humo de un buque envuelto en llamas, y una conmoción médica se generó.

Burgos es así, un heredero quirúrgico involuntario aunque forzoso de esta escuela médica, aunque se haya formado afuera del país y con otros especialistas.

En otro plano, más terrenal, pensemos que Burgos no es un miembro del jet-set internacional ni es un playboy como lo fue aquel famoso Barnard luego de su primer trasplante. Tampoco tiene autos italianos como tuvo Michael DeBakey, quien operó al constructor italiano Enzo Ferrari.

No viaja en helicóptero por las noches de Mendoza, para ir a operar a "cielo abierto", como hacía Yacoub en Londres, en un apogeo quirúrgico que -hoy en día- "ya fue" para ese tipo de operaciones (Yacoub es el egipcio que acaparó la cirugía de trasplantes y otras -en Inglaterra- pues dicen muchos con ironía y cierta razón que además de su habilidad quirúrgica esto, también fue porque a los ingleses no les agrada trabajar en demasía).

Burgos, pasó tiempo operando con Yacoub y con Kirklin, unos de los más grandes de la cirugía cardíaca infantil a nivel mundial. El cardiocirujano argentino especializado en trasplantes, es cada día más "amigo de las cámaras" y es "uno de los más grandes cirujanos argentinos"; posee cientos de exitosos injertos en su currículum. Su nombre por estos días es mencionado a diario: Burgos en la radio, Burgos en los diarios, Burgos en la televisión y en todos lados.

Escuela quirúrgica

En el año 1967, el joven cirujano sudafricano Christian Barnard, de la noche a la mañana pasó de ser un aceptable cirujano cardíaco a constituirse en una celebridad mundial. Fue por ser el primer cirujano en la historia en realizar con éxito un cardioinjerto. Esta operación histórica fue en diciembre del año 1967 en Sudáfrica.

Volviendo a nuestro país, el argentino Claudio Burgos es, sin lugar a dudas ahora el heredero indirecto más visible y palpable de todos aquellos cirujanos de trasplantes pioneros que ya no están ".


Publicado en: WWW.NUEVARIOJA.COM.AR y en Papel en el DIARIO NUEVA RIOJA

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