Por Héctor De la Fuente
Jamás debió imaginar que su propio método superaría en número al by-pass aorto-coronario.
Seguro fue, más no por cábala que el médico alemán Andreas Gruentzig se negó a introducir -en aquella mítica Sala de Angiografía- una cámara de filmación durante esa célebre primera dilatación arterial coronaria por angioplastía de la Historia.
Lo hizo así, por austeridad y precaución (a pesar de su juventud a sus 38 de edad).
También porque fue inesperada hasta para él mismo, aquella tarde de viernes de mediados de septiembre -de hace casi 31 años-, cuando de repente le consiguen (luego de un año de búsqueda) un paciente-candidato ideal para dicho procedimiento médico. Un paciente joven que rehusaba recibir un by-pass.
De ahora en más, la Sala Médica dejaría de llamarse "Estudios Diagnósticos" (por Cateterismo), para ser de "Terapéutica e Intervenciones Cardiovasculares" (a cielo cerrado) en el ahora histórico Hospital Radiológico de Zurich, en Suiza, desde el año 1977. Y fue así que Gruentzig dilata una arteria coronaria con un catéter al también histórico paciente.
Tampoco empleó Gruentzig cámaras televisivas para su primera y gran intervención cardiovascular mínimamente invasiva la cual duró una hora (sin apertura de tórax y sin anestesia profunda). Cosa que hicieron, en cambio, varios de los cirujanos cardiovasculares más importantes en los años 60’ y 70’.
Esto, lo hicieron así y en su momento, para generar un revuelo mediático, con sus espectaculares cirugías a "cielo abierto", televisadas en cadena, con la excusa de difundir la técnica.
Gruentzig, a diferencia de la mayoría de los "Grandes", sean del mundo del espectáculo o deporte, actualidad o de la medicina o de lo que fuere, sí cultivó una virtud que aún existe: ¡Verdadera Humildad!
Lo suyo tampoco fue la "fama" o las mujeres o las posesiones materiales efímeras. ¡Lo suyo fue la gloria! Es otro caso de doctor "No".
Poco precisaba: su mujer -y leal esposa-, además, su avión y su propia isla, como únicas y "excéntricas posesiones"; y un catéter en sus manos (fabricado por él mismo -de noche, los fines de semana- en la cocina del hogar) y a sus pacientes.
Merecido ya, después de todo, inventó nada menos que la angioplastía coronaria algo que sin dudas fue lo "suyo" siguiendo a Dotter, el radiólogo intervencionista que fue pionerl-en 1964- en angioplastia de los vasos femorales. Y lo fue: por vocación y por pasión. Fue su estilo; para la investigación clínica en pacientes y en medicina cardiovascular y en la flamante y emergente especialidad que él mismo inauguró. Hablamos ¿claro está? de la cardiología intervencionista en 1977.
Educación
Para un filósofo y ensayista español como Savater todos -sin excepción- recibimos educación. Sea de los padres o del entorno, de los amigos o de las instituciones. Pero el punto es: ¿que hacemos con ésta educación? sea recibida o "tomada"; formal o informal, directa o indirecta y de ¿quién tomamos ésta educación? Casi lo plantea como un ineludible modelo de aprendizaje.
En otro orden -y, desde la psicología-, se sabe que el mecanismo de identificación en éstas lides es demasiado importante!
Veremos con Gruentzig lo que es ser un ejemplo (sin proponérselo) y lo que puede hacer tan sólo una (1) persona de empuje, determinación y decisión por la Humanidad. Es decir, lo que generó ésta verdadera personalidad de la medicina, prematuramente desaparecida (1938-1985), pero bien educado.
Por ello fue legendario aquel viernes 16 de septiembre -del año 1977- para la ciencia médica y para aquel primer paciente cardiológico llamado Adolph Bachman, cuando el médico Gruentzig de tan sólo 38 años -y quien de niño vivió en Argentina como refugiado de guerra junto a su familia-, le efectuó por primera vez en la Historia de la Medicina ése fenomenal e inédito procedimiento terapéutico a Bachman.
Gruentzig a la técnica la denominó angioplastía coronaria o angioplastía -(siguiendo a Dotter) y la realizó tan sólo con un catéter para liberar una obstrucción corta de un 80 % del diámetro del vaso coronario aproximadamente (catéter: es un tubo delgado, largo y flexible).
El catéter poseía en su extremo o punta un balón inflable -hidráulicamente- en forma de globo (miniaturizado), acorde al tamaño de 3 milímetros -de diámetro- de la arteria coronaria descendente anterior, en su primer paciente de también 38 años de edad. La "era" del escalpelo y la por hasta ése momento imprescindible cirugía a corazón abierto comenzaba a quedar atrás.
Reseña
El primer cateterismo cardíaco en 1929 del posterior premio Nóbel Forssmann fue la antesala de la Angioplastía coronaria así como la coronariografía (para visualizar las arterias coronarias) en 1958 con Sones. Sumados a la angioplastía previa -en arterias de las piernas- de Dotter (1964).
Así llegó la angioplastía coronaria con Gruentzig (1977), así como la implantación -en las arterias coronarias- de mallas tubulares de acero inoxidable en forma de espiral auto-expandibles denominadas "stents" (en 1986). Más tarde aún, los más evolucionados y "revolucionarios" stents recubiertos con medicación anti-proliferativa con Luis De la Fuente y Simon Stertzer, que fueron implantados mediante angioplastía en 1999, desde Buenos Aires, y por primera vez, y con Grube en Alemania.
Todos constituyen verdaderos hitos de la medicina, la ciencia y la técnica (sin premios nóbeles, salvo Forssmann) que trascienden la medicina cardiovascular para colocarse entre los mas importante de la medicina global (dada la frecuencia de éstas patologías y la gravedad de la mismas).
Altibajos
El golpe más grande que tuvo la cardiología intervencionista -y por ello frenaron su expansión en el inicio-, fue la inesperada muerte de cuatro de los "más grandes" de ésta especialidad en un fatídico año 85’. Esto es, la muerte de Dotter ("padre" de la Angioplastía y de la Radiología Vascular Intervencionista) y de Sones ("padre" de la coronariografía) más la desaparición de Judkins (co-pionero en medicina con Dotter) y la de Gruentzig ("padre" de la Angioplastía coronaria) quien se "mata" -junto a su mujer- cuando piloteaba su avión.
El científico alemán y pionero mundial de la angioplastía se malogró.
Antes, hasta tuvo que cambiar de continente para poder desarrollar la Angioplastía en Estados Unidos. Así, el cardiólogo argentino Luis De la Fuente, su amigo lo ayudó con los papeles migratorios pues en Estados Unidos todavía desconfiaban de los alemanes. El fantasma de la segunda guerra mundial estaba "fresco" aún en los finales de los años 70’.
Gruentzig había tomado sus ideas sobre la Angioplastía -en Europa- luego de formarse con el alemán Zeitler quien a su vez las toma de Dotter (ver columna previa).
Es claro que necesitamos de varios Gruentzig en el futuro, y pensar que no llegó a cumplir los 50. Ésta historia, recién empieza...casi.
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